Carta número cinco a los fieles del pequeño rebaño de Cristo

Publicado el 7 de marzo de 2019, 12:00

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer más… y nos sigue diciendo Nuestro Señor Jesucristo que al único que tenemos que temer es a Aquel que después de haber nosotros muerto nos puede mandar por toda la eternidad al infierno. Es decir que solamente debemos temer a Dios Nuestro Señor.

Notad que lo anterior nos los está diciendo Nuestro Señor Jesucristo, pero en vez de hacerle caso, en vez de temerle como a Dios y Juez Soberano que es, nos atrevemos incluso a ofenderle, lo cual no deja de ser perversión absoluta. Y somos capaces hasta de cambiar el sentido de sus divinas palabras, y en vez de temerle solamente a Él, pasamos a temer al hombre, sabiendo bien que todos los hombres juntos tienen tanto poder como el poder que pueda tener un piojo cualquiera.

Y nos cargamos de miedos, de tristezas… y llegamos a temer a todo, y a todos, menos a Dios Nuestro Señor.

¿Por qué no hacemos caso a sus palabras?  No tengáis miedo a los que matan el cuerpo. ¡No, eso no!, yo a quien tengo miedo es al hombre, le contestamos.

¿Dónde se ha quedado nuestra fe? ¿En verdad creemos en Dios? ¿En verdad creemos en nuestra sacrosanta religión católica?

¡¡¡Es palabra de Dios!!! Lo repito: ¡¡¡Es palabra de Dios!!! Y nos está diciendo que no tengamos en absoluto miedo a lo peor que nos puede pasar en esta vida, y eso peor es que nos lleguen a matar de forma violenta. Y el Señor nos ha dicho que ni a esos terribles criminales debemos tener ningún miedo.

Muchos responderán que como somos humanos es imposible no tener miedo en muchas circunstancias adversas de la propia existencia, y todavía mucho más cuando a uno le van a martirizar.

La respuesta nos la sigue dando el mismo Dios y Señor Nuestro Jesucristo: Cuando os lleven a los tribunales no preparéis vuestra defensa, pues el Espíritu Santo hablará por vosotros.

Aquí está la clave del asunto. En esos momentos transcendentales no estaremos solos en la cruel lucha, sino que será Dios Espíritu Santo quien estará en nosotros y actuará por nosotros, y hablará por nosotros. Ese mismo Espíritu es el que nos dará tal fortaleza que asombrará hasta a los mismos verdugos.

Si no fuera por que la fuerza se recibe de Dios, habría sido imposible que incluso niños y niñas, hubieran vencido a los tiranos. Sin la fuerza del Espíritu Santo es imposible. Y ahí tenemos a tantos y tantos mártires, que incluso muchos de ellos se llegaban a reír hasta de los tormentos más brutales.

El tirano de todos los tiempos no puede soportar que alguien lo pueda vencer, y utiliza primero los halagos, los regalos, las promesas de riquezas, y muchas cosas más que el diablo le inspira, para tratar con ello de vencer la voluntad del que se niega a seguir sus perversas órdenes. Y si esto no le funciona, pasa a las más horribles amenazas, y después a los más temibles tormentos. Busca con todo su ahínco doblegar la voluntad del mártir… y cuando ve que tal cosa es imposible, entonces es cuando manda matar a la víctima. Y es tan terrible para el tirano, sea quien sea, haber sido vencido incluso por una tierna niña, como pudiera ser Santa Inés, Santa Filomena… o por una frágil doncella, como pudiera ser Santa Águeda, Santa Eulalia… que no lo pueden soportar, y aúllan y se vuelven locos de rabia. Han fracasado en todos sus intentos, se sienten tristemente derrotados, y se amargan al comprobar el poco poder que tienen, aunque en esos momentos sean los emperadores de todo el mundo. Es superior a sus fuerzas que, a pesar de todo su poder, a pesar de todos los miedos y amenazas, y que, a pesar de todos los tormentos, y de la misma muerte, una sencilla niña los haya dominado, vencido, destruyendo una y otra vez sus demoniacos planes.

En todas las edades del mundo solamente han sido libres los que por amor a Dios y a la verdad se han opuesto a la mentira y al pecado. Y cuando eran encerrados en las más lóbregas prisiones, cargados de cadenas y de sufrimientos, eran totalmente libres. Y cuando eran llevados a los tribunales, y eran atormentados, y después muertos, eran totalmente libres. Esa es la única y verdadera libertad. En cambio, todas las demás personas que por miedo aceptaban los planes de los tiranos de turno, aunque podían andar por la calle y hacer vida, digamos normal, eran los más viles esclavos, esclavos del miedo, esclavos de la mentira, esclavos del pecado, esclavos de sí mismos.     

Los tiranos de todos los tiempos, y los de ahora mucho más, utilizan el arma letal que les convierte en dueños absolutos de las mentes de casi todas las personas, y esa arma poderosa que manejan con una perfección diabólica, no es otra cosa que: el miedo. Con el miedo atemorizan a la población y la dirigen hacia donde ellos quieren, y cuando les interesa, ese miedo lo saben convertir en pánico colectivo que les ayuda aún mucho más a sus perversos fines.

Hace un par de días un extraordinario amigo mío me dijo una frase, que sin el saberlo, me iba a venir como anillo al dedo para la carta número 5 que pensaba redactar. Y tal frase lapidaria es lo que le dijo Séneca al tirano Nerón: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder.”

Simplemente desde la razón, utilizando bien el sentido común, el filósofo pagano Séneca se dio cuenta de esa tremenda verdad, que, al perder el miedo, Nerón quedaba desarmado, sin poder alguno sobre su víctima, que en este caso era Séneca.  

Daros cuenta que simplemente utilizando la razón, quitando el miedo, Séneca fue libre. Nosotros estamos en infinita superioridad sobre él, pues es el mismo Dios Nuestro Señor quien nos lo dice: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer más…  

Por lo tanto, No tengamos miedo… si Dios está con nosotros, quién contra nosotros.

Confianza absoluta en Dios… y estar dispuesto a todo lo que el Señor disponga para nosotros. Lo importante es no traicionarle, y si es menester, dar por Él con gozo una y mil vidas que tuviéramos.

Tengamos un santo temor de Dios. Tengamos miedo al pecado… y no tengamos ningún miedo al hombre malvado… Si tuviéramos fe como un grano de mostaza… Si creemos veremos la gloria de Dios.

Quiero enviar desde aquí un mensaje de ánimo y al mismo tiempo de felicitación a todos aquellos que en sus centros de trabajo, en sus familias, en sus círculos de amistades, en sus centros de estudios, etc., por ser fieles a Dios y a la verdad, están sufriendo fuertes acosos y grandes maltratos psicológicos. Ofrecedlo todo y estad muy contentos con ese martirio diario. Sabed que estáis siendo muy agradables con vuestra heroica actuación a Dios Nuestro Señor… y además el mismo Dios os llama bienaventurados… sí, Nuestro Señor Jesucristo llamó bienaventurados a los que sufren persecución por ser justos, por no dejarse vencer por el miedo ni por la mentira, en definitiva, por no doblar la rodilla ante la bestia-sistema. Recuérdalo, eres bienaventurado por dar la cara por la Verdad, ya que la verdad siempre viene de Dios, pues el mismo Dios es la Verdad.       

Ánimo, si a alguien de nosotros le llama Dios al martirio, le recuerdo que ser mártir es una muy grande gracia.

Bueno, mi misión, viendo el panorama actual, es ir preparando a todos los fieles a Cristo que me escucháis, para que seáis héroes por amor a Dios, ocurra lo que ocurra, el martirio o lo que sea. Y pido a Dios que estos renglones os lleguen al corazón y se vayan disipando vuestros miedos.

Y para acabar os propongo una cosa muy preciosa y muy poderosa. Tal cosa es la siguiente:

Está para comenzar un nuevo año que viendo lo que estamos viendo pudiera estar cargado de acontecimientos muy oscuros, muy feos y muy desagradables. Es muy incierto todo lo que a lo largo de los próximos 365 días pueda ocurrir. Los anuncios son de grandes calamidades, pero también os anuncio que es Dios quien dirige la historia, y en sus manos estamos. Dios está permitiendo todo esto por causa de nuestros pecados. Por lo tanto, pongámonos en las manos de Dios todopoderoso, descansemos en Él, confiemos en Él, y lo cierto es que ni un solo cabello de nuestra cabeza se va a caer sin su permiso. Entonces, si estamos en las manos de Dios, a quien podremos temer… No temáis a los que matan el cuerpo…  

El día 31 os propongo consagrar el nuevo año a la Santísima Virgen María, en este caso bajo la advocación de: Reina de los Mártires. Consagrar en este nuevo año nuestras personas, nuestras familias, nuestras cosas, a tan poderosa Señora para que nos proteja del mal con mayúsculas, que es el pecado, y de toda otra clase de mal.

Sería bueno comenzar a hacer esta consagración, quien pueda, tres minutos antes de las 12 de la noche del 31. La hora de hacerla, aunque importante, sería lo de menos. Lo importante es que la hagáis, sea la hora que sea, y que a lo largo del año la repitáis cuantas más veces mejor. ¡¡¡Si supiéramos del grandioso poder que lleva consigo una consagración; y de los terribles males y castigos que nos puede librar!!!

 

Os propongo la siguiente consagración:

Consagración a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Reina de los Mártires:

Por la señal de la Santa Cruz… etc.

Acto de Contrición, o Acto de Dolor Perfecto:

Jesús, María, yo débil e indigna criatura, postrado a tus pies, confieso con intenso dolor y con el alma llena de confusión, las innumerables negligencias y pecados que he cometido en mi vida.

Te he ofendido, ¡oh Dios mío!, te he ofendido, y me arrepiento desde lo más profundo de mi corazón.

Con la viva esperanza de Tu santa ayuda, hago el firme propósito de morir, antes que cometer todavía un solo pecado mortal.

Me duelo sin fin de mis pecados, sobre todo por esto: Porque te he ofendido a Ti, mi Dios infinitamente bueno y amoroso, a quien ninguna criatura debería nunca cesar de alabar, dar gracias y glorificar. Amén. 

Acto de consagración

¡Oh Señora mía, María Santísima Reina de los Mártires. En este 31 de diciembre, último día del año 2021, lleno de confianza en Vos y en vuestra santa protección, os pido me consigáis de vuestro Santísimo Hijo el perdón de todos los pecados y negligencias que durante el año que termina he cometido.

A Vos, Madre mía amantísima, consagro todos y cada uno de los 365 días del año 2022 que recién está comenzando, y que a nuestros ojos aparece repleto de graves y funestos presagios. En tus bondadosas manos pongo todos los acontecimientos que en mi vida ocurrirán durante este nuevo año. Confío en tu poderosa protección y descanso todo mi ser en tu piadoso y amante Corazón Inmaculado.  

Os consagro mi alma y mi cuerpo para que los protejáis de todo mal y de todo pecado y de esta manera me guardéis sin mancha hasta la hora de mi muerte. Protégeme también de todos los hombres perversos que buscan mi ruina física y material.

Os consagro también a todos los miembros de mi familia, para que, en los actuales tiempos calamitosos, los guardéis de todo mal y de todo pecado, y a los familiares que aún siguen en el error, los convirtáis al puerto seguro de la Tradición católica.

Os consagro además todo mi haber y poseer, todas mis cosas, las cuales pongo bajo   vuestro poderoso manto: cuidad de ellas.   

Y por último os consagro a mi amada Patria, España, de la que sois excelsa Patrona, y por las gloriosas hazañas que a lo largo de su historia mis mayores hicieron por Ti, ten compasión de Ella.

(Cada uno debe nombrar aquí a su Patria)

Te pido, Madre amantísima, me otorguéis la fuerza para no negar jamás a vuestro Hijo Jesucristo, pase lo que pase, suceda lo que suceda, incluso hasta llegar al martirio, si fuera necesario. Te suplico me des la fortaleza que concediste a la gloriosa Santa Filomena, a quien también me encomiendo para que guíe mis pasos y me socorra.  

Santísima Virgen María, a vuestras manos consagro mis esperanzas y mis consuelos, mis penas y miserias, el curso y fin de mi vida, los tiempos de la gran tribulación que estamos viviendo repletos de peligros para el alma y para el cuerpo: para que, por vuestra santísima intercesión y méritos, sienta en todos los instantes de mi vida vuestro poderoso auxilio, y todas mis obras se hagan según vuestra voluntad y según la de vuestro Hijo. Amén.

 

Terminamos el solemne acto de Consagración a María Inmaculada con el rezo de tres Avemarías.

El anterior Acto de Consagración se pueden renovar siempre que se quiera. Y no sólo se puede, sino que sería grandemente provechoso hacerlo muchas veces a lo largo del año. Solamente habrá que adaptar las fechas al día en que se haga, y poquitas cosas más.

Dado en Guadalajara, España, el día 29 de diciembre del año de Gracia de 2021, Festividad de Santo Tomás de Cantorbery, que recibió su glorioso martirio tal día como hoy, 29 de diciembre, del año 1171, a causa de no consentir doblar la rodilla ante el tirano de turno, que en aquella época era el Rey inglés Enrique II.

Santa alegría. Estemos mas gozosos que nunca… los tiempos se acortan… y se acerca deprisa, muy deprisa… nuestra liberación… alcemos alto, muy alto, nuestras cabezas…

 

Os bendice a todos:

Padre Ramiro Rivas

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios